viernes, septiembre 15, 2006

Modelos de docentes o Docentes modelos





Carlos Ricardo Escobar


De mi época de estudiante, tengo dos recuerdos que podrían cambiar la romántica visión de la docencia y del papel del profesor:

En ronda docente por el añorado Hospital Universitario de Caldas, uno de mis compañeros trató de ayudarme, mientras era literalmente “acribillado” por las preguntas del profesor de Cardiología. Intempestivamente, el profesor golpeó con un fuerte puñetazo el cuaderno del que mi compañero leía las respuestas y lanzó el cuaderno y los apuntes por la habitación, mientras el paciente quien se encontraba en muy malas condiciones, veía con espanto la escena.

En otra ocasión, mientras cumplía un turno como Interno en el Hospital Infantil, recibí a una niña con una fractura en su brazo. Como su familia no tenía para la Radiografía y la venda de yeso que requería, logré con algunas gestiones que le regalaran las vendas sobrantes de otros procedimientos y entre los estudiantes presentes, dimos el dinero para el examen de rayos x. Cuando el Ortopedista de turno llegó al Servicio de Urgencias, le presentamos el caso de la paciente con alegría por lo que habíamos hecho. El profesor nos dio una reprimenda y a renglón seguido, sacó a la paciente y su humilde madre, en medio de exclamaciones, porque ¡aquí no estamos para hacer caridad….! Todavía me duelen la cara de terror de la niña y la de desesperanza de la madre.
Pasado un rato, llegó al Hospital un Neurocirujano, quien llevaba un niño vecino de su casa, (estrato 6 obviamente) con una fractura similar a la de la niña. Ante mi sorpresa, el Ortopedista usó las vendas de yeso que había negado a la paciente rechazada y por supuesto, el procedimiento no tuvo costo para la familia del niño.

Probablemente la condición ética de algunas personas tiene visos insospechados y facetas innobles emergen para afectar a otros por acción o por omisión, pero ejemplos como los citados, oscurecen la noble labor de ser docente. Con seguridad, situaciones de esas no son la constante, pero se presentaban y lamentablemente se presentan, con otras manifestaciones. Veinte años después de sucedidas, esas situaciones siguen frescas en la memoria de quienes las vivimos y con seguridad, son antimodelos que los estudiantes de entonces no replicamos hoy como profesionales, ni como ciudadanos. Afortunadamente, otros docentes, esos sí comprometidos con su función, dejaron huellas imborrables en las generaciones de profesionales egresados de la Universidad de Caldas.