jueves, junio 19, 2008

ALGUNOS ELEMENTOS PARA EL FUNDIMIENTO DEL DISTANCIAMIENTO

ALGUNOS ELEMENTOS PARA EL FUNDIMIENTO DEL DISTANCIAMIENTO
PROFESIONAL-INVESTIGADOR: ¿LA UNIVERSIDAD COLOMBIANA HA DE
SER FORMADORA DE PROFESIONALES O DE INVESTIGADORES?


Jorge Eduardo Duque Parra
Profesor
Departamento de Ciencias Básicas.


INTRODUCCIÓN
El estudio de un interrogante sobre universidad investigativa o universidad profesionalizante, requiere una comprensión referente histórica sobre lo que significa universidad, educación e investigación. Igualmente requiere el poder reconocer para cada una de ellas, cuales han sido y son sus características, para saber con mayor certeza si la denominación y la función de estas le corresponden, si tenemos una universidad como tal o es ficticia. Los siguientes elementos recogen aspectos sobre la universidad, la investigación científica, los fines de la educación y otros que pueden servir para intentar resolver la duda planteada.


ANTECEDENTES
Hubo universidad de acuerdo con las notas y funciones que caracterizaron la úniversitas´ nacida en los siglos XII (Barrero, 1988-1990; Rothman, 1992) y XIII de la edad media occidental, aunque, algunos han indicado que en el Japón ya existían universidades en el siglo VII. Como fuere, los emperadores, reyes y príncipes, pensaron que crear universidades era cuño y timbre de gloria, de prestigio y de poder, y medio conducente para la formación de funcionarios, que en su momento, sirvieran a estados y gobiernos (Barrero, 1988-1990). Más ahora, la manera de ver a universidad como tal, depende de la profesión que haga de investigación. No con ello la universidad deja de seguir formando profesionales, pues aún vivimos en un estado regido por gobernantes que requieren de trabajadores de variada índole para poder seguir haciendo el estado funcional, y los cambios en los gobiernos y en la industria requieren una posición diferente de la academia. El triangulo industria, gobierno y academia arriba a una nueva posición de equilibrio (Bloch, 1994). En el desarrollo de la universidad, hemos visto surgir al “científico” como una profesión de tiempo completo, ya no necesariamente unida a una labor docente exhaustiva, esta es una profesión de más, según el país de que se trate (Fernández Guardiola, 1997), pero en nuestra universidad esto ha sido leve, pues, aunque en la universidad se forman profesionales y se hace investigación, la desproporción entre estas dos profesiones es muy amplia. No quiere decir que sea menos una que otra. Mientras se ejerzan profesiones se requerirá de estos y mientras el sentimiento de escudriñar en lo desconocido esté avivado, se dará la investigación. Pero que deberá primar?, supuestamente la investigación, pues elevar el prestigio de una institución universitaria proviene de la fama de sus profesores en este terreno y cuando se intenta reclutar a un profesor estrella, la carta de triunfo consiste en ofrecerle una carga ligera en el terreno de la enseñanza, pero nunca un volumen ligero en investigación, más, las universidades están ávidas de hacer investigaciones sobre todas las instituciones de la sociedad, pero no acerca de si mismas. A causa de ello la enseñanza sigue siendo una de las pocas actividades humanas que no mejoran en forma comprobable de una generación a otra. En la Universidades se sigue revisando los currículos y combinándolos en formatos ligeramente diferentes –nuestra universidad no es la excepción-, más no se esfuerzan mucho por mejorar lo que ocurre en los cursos, delegado en las facultades de pedagogía todo el trabajo escolar, para luego refundirlo en el nivel más bajo de la jerarquía del campus e ignorarlo (Bok, 1993). La investigación sin educación parece imposible, pues la educación primaria y secundaria estará dedicada a familiarizar a los jóvenes –algunos, futuros investigadores- con lo que sus mayores toman como verdadero, lo sea o no. La función de la educación de niveles inferiores, no es impugnar el consenso dominante con respecto a lo que es verdad, por ello, la socialización debe producirse antes que la individualización y la educación para la libertad no puede empezar antes de que se hayan impuesto ciertas restricciones. En vía contraria, la educación superior no vocacional debe tratar es de incitar la duda y estimular la imaginación, desafiando por esta vía el consenso predominante, ayudando a los estudiantes a que se den cuenta de que pueden reconfigurarse (Rorty, 1990), y al hacerlo, modifican la sociedad, pues, todo nuevo conocimiento implica una conversión (Mejía, 2001). En concordancia, la verdadera ciencia enseña, ante todo, a dudar (Unamuno, 2000), pues no existen esencias eternas con contornos fijos (Dewey, 1986). La socialización del conocimiento se puede esgrimir con lo dicho por Isaac Newton: “Veo más lejos por que estoy parado sobre los hombros de gigantes”, queriendo hacer alusión que se debe saber de algo para poder intentar superarlo. De allí, que tradicionalmente el profesor oriente a los estudiantes para que asimilen las ideas que este transmite con base en el legado de otros o en parte, con sus propias interpretaciones sea mediante la investigación de el mismo o de otros: muchos hombres con los que se simboliza la masa enorme de pensamientos que han servido para liberar la mente y dejarle vía franca a la innovación (Ortega y Gasset, 1986), por ello el investigador necesariamente debe conocer los precedentes, recurriendo la mayoría de las veces al encausamiento de profesor, pero en cualquier nivel de la enseñanza, un profesor nunca podrá llegar a un estudiante en sí, pues “el versado en la ciencia de los números podrá hablaros de las regiones del peso y la medida más no llevaros hasta ellas, “porque la visión de un hombre no presta sus alas a las de otro hombre” (Gibran, 1945) y de esta anotación literaria da razón la neurociencia ya que las señales sensoriales adquieren representación gracias su impacto sobre una disposición funcional del cerebro, pues la mente crea sus mundos “posibles” (Llinás, 2003) y no hay manera de lograr acceso directo al mundo externo, con lo que la objetividad misma es una invención formulada a partir de la existencia (Sin autor, 1985). Entonces para qué la enseñanza y diríamos la investigación?, la respuesta puede ser para crear verdades transitorias, pues la investigación científica no nos autoriza a atribuir fijeza alguna, sino, si acaso, un dinamismo interno, en correspondencia con el dinamismo de la investigación misma (Geymonat, 1970).
La educación para formar profesionales no se debe confundir con la educación para formar empíricos que reciben título de técnicos, ya Aristóteles dejó perfectamente establecido que “El técnico es superior al empirista no por su habilidad práctica sino por poseer el don de la teoría y el conocimiento de las causas de los hechos”, y Galeno en el siglo II notó: la experiencia se convierte en arte, saber racional cuando la mente del empírico ha sabido inferir de su experiencia algún juicio general (Ballester, 1972).
No se puede dejar la investigación en la universidad así esté primando la enseñanza profesionalizante, pues, abandonar la ciencia es el camino de
regreso a la pobreza y el atraso, y dejar que la ciencia como bastión contra el misticismo, contra la superstición, contra la religión –intensamente conservadora-, nos pueda decir cuándo nos están engañando. Mediante la ciencia se nos proporcionan medios para la corrección de nuestros errores (Sagan, 1997).
La investigación deberá además continuar en nuestra universidad para tratar algún día de liberar la mente de nuestros compatriotas atiborrada de antiguos demonios, de fragilidad y sufrimientos humanos, mente en la que sigue viva la tentación se sustituir lo concreto por lo impalpable, la ciencia por la charlatanería y el chisme. Sin este paso la ciencia no servirá nada más que para producir tecnología intrascendente, la de lo cosmético del cuerpo, pero no de la mente, no llevará a la reconfiguración del ser humano.


A MANERA DE CONCLUSIÓN
La Universidad siempre se ha caracterizado por formar profesionales avivados por su vocación con base en el conocimiento ancestral que inicialmente en el proceso educativo se asimila sin cuestionamiento, más en la educación no vocacional, le caracteriza el fomentar la investigación en la que se fabrican paradigmas nuevos que muchas veces contrarían el conocimiento vocacional.
En ese sentido la universidad persigue la tradición y el disentir de la misma, dos caras de la misma moneda implicadas en el quehacer universitario: no se puede investigar sino se conoce previamente.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Barreo Cabal A. Primera expansión del movimiento universitario medieval. Las
profesiones medievales. Simposio permanente sobre universidad. FES. ICFES.
1988-1990: 5,29.
Llinás RR. El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el
pensamiento y el comportamiento humanos. Grupo editorial Norma. Bogotá.
2003: 4.
Sin autor. En busca de la mente: Entrevista con Jerome Bruner. Facetas. 1985.
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