sábado, junio 14, 2008

REFLEXIONES SOBRE LA “PRÁCTICA” EN LAS CIENCIAS BÁSICAS BIOMÉDICAS


En la segunda década del siglo XX se consideró importante introducir las prácticas de laboratorio en la enseñanza de las ciencias, con el fin de que los estudiantes se familiarizaran con el trabajo científico y así favorecer su aprendizaje. Se pensaba que si el estudiante realizaba el proceso llevado a cabo por los científicos podría comprender más fácilmente el método científico y afianzar los conceptos y principios de las ciencias.
Con el paso del tiempo las prácticas de laboratorio fueron experimentando cambios, generados por la orientación de los profesores, las limitaciones de espacios y recursos, el número de estudiantes, las características del currículum y otros. Los propósitos iniciales se fueron diluyendo para dar paso a demostraciones con un nivel de indagación muy bajo.
En la actualidad se insiste en la importancia de que los estudiantes participen en “trabajos prácticos” como parte de la educación científica, pero retomando los objetivos iniciales de contribuir a la comprensión de la metodología científica y teniendo en cuenta las características de la naturaleza de la ciencia como las siguientes: no hay un solo método científico válido y universal, la ciencia está relacionada con la tecnología y la sociedad, la teoría y la práctica están relacionadas, toda indagación científica está precedida por la fundamentación teórica, los científicos no son personas excepcionales y otras.
Algunos autores como Luis del Carmen (2000, p. 269-270), utilizan el término “trabajos prácticos” para referirse a “actividades de enseñanza de las ciencias en las que los alumnos han de utilizar determinados procedimientos para resolverlas”. Resalta el valor de los trabajos prácticos, con las siguientes razones:
Pueden jugar un papel importante en el incremento de la motivación hacia las ciencias
Son una ayuda inestimable para la comprensión de los planteamientos teóricos de la ciencia y el desarrollo del razonamiento científico por parte de los alumnos.
Facilitan la comprensión de cómo se elabora el conocimiento científico y de su significado.
Son insustituibles para la enseñanza y el aprendizaje de procedimientos científicos.
Pueden ser una base sólida sobre la que desarrollar algunas actitudes fundamentales relacionadas con el conocimiento científico (curiosidad, confianza en los recursos propios, apertura hacia los demás, etc.)
Las posibilidades de los trabajos prácticos no se limitan a los laboratorios, pueden ser también trabajos de campo, resolución de problemas, análisis de casos y otros. Lo importante es la adecuada planeación, desarrollo y evaluación, para que realmente haya familiarización con el trabajo científico; pues en algunas oportunidades no se consideran aspectos didácticos como las relaciones entre conocimientos teóricos y trabajos prácticos, por lo cual, se espera que los alumnos lleguen a comprender o incluso a formular algún principio o concepto teórico a partir de una observación o experimento, sin tener en cuenta que la realidad se mira desde una teoría, un enfoque, una perspectiva, un paradigma o un programa de investigación. Así mismo, ha sido costumbre separar las actividades teóricas de las prácticas, sin tener en cuenta que se interrelacionan y que su combinación permite la comprensión de los fenómenos debido en parte a que así funcionan en la vida cotidiana. Como lo expresa Coll (1985), citado por Gil, Carrascosa, Furió y Martínez (1991, p. 39), “el papel del profesor es aquí esencial, pero no consiste en imponer la realización de determinadas manipulaciones, sino en dirigir el trabajo de los alumnos, creando situaciones de aprendizaje y condiciones favorables, y dando retroalimentación adecuada”.
También es notorio el cambio de la “práctica” en las diferentes disciplinas; por ejemplo, en el caso de la enseñanza y el aprendizaje de la farmacología, durante un tiempo fueron muy importantes los laboratorios; sin embargo, por diversos motivos como la prohibición de experimentar con animales con fines académicos, la comprobación de que los laboratorios no estaban cumpliendo con los objetivos propuestos, el interés por relacionar la disciplina con el contexto y la búsqueda de otras formas de trabajos prácticos que permitieran correlacionar lo básico con lo clínico, fomentar el razonamiento científico y fortalecer la transferencia de los conocimientos, se empezaron a disminuir las actividades de laboratorio a los mínimas necesarias y se pasó a realizar trabajos prácticos basados en resolución de problemas, estudios de caso, análisis de historias clínicas y ejercicios de prescripción, haciendo énfasis en la aplicación de la metodología científica para su desarrollo, la correlación teoría y práctica, y la integración básico-clínica. Esto ha llevado a que las actividades prácticas con la participación activa de los estudiantes se hayan aumentado y las clases magistrales o expositivas se hayan disminuido.
Por último, considero que es importante generar espacios de reflexión y discusión sobre la práctica en ciencias básicas biomédicas, acorde con los avances en investigación, pedagogía, didáctica, epistemología y currículum, para tratar de mejorarla y contribuir al avance en la enseñanza y el aprendizaje de las disciplinas.

BIBLIOGRAFÍA
Del Carmen, L. (2000). Los trabajos prácticos. En: F. J. Perales y P. Cañal. Didáctica de las Ciencias Experimentales, p. 267-290. Alcoy, España: Editorial Marfil, S.A.
Gil, D.; Carrascosa, J.; Furió, C. y Martínez J. (1991). Cuadernos de Educación. Barcelona: ICE/HORSORI.


Olga Clemencia Buriticá Arboleda. MD. MSc. Farmacología.
Profesora Titular Departamento de Ciencias Básicas de la Salud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las aplicaciones prácticas de una asignatura son bastante importantes para que el estudiante se motive por las ciencias básicas, los problemas aquí son 2
1. Toda aplicación debe ir antecedida de un elemento teórico
2. La aplicación de este conocimiento teórico a la práctica require la elaboración y discusión de ese taller que lleva a la aplicación lo cual colleva tiempo, tiempo para la teoría, tiempo para su aplicación lo cual está muy acorde con lo estipulado en la política curricular de la Universidad, pero a la vez también todo esto trae consigo el tiempo que el profesor debe dedicar a la elaboración del taller y a la evaluación del mismo, aspecto que no se ha tenido en cuenta en el momento de determinar cual es la carga académica del profesor.

Si estas son las nuevas líneas de acción en la enseñanza de las ciencias deberiamos entonces hacer que la Universidad entienda y específicamente el consejo académico que para la aplicación de este esquema de trabajo se requiere más tiempo en la preparación y evaluación de una asignatura por parte del profesor, de otra manera seguiremos con la vieja costumbre de la dictadura de clase.

JORGE ENRIQUE PÉREZ